03/09/2025 San Gregorio Magno (Lc 4, 38-44)
- Angel Santesteban
- hace 6 días
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En saliendo de la sinagoga, entró en la casa de Simón.
Este Evangelio describe una jornada típica de Jesús. Vemos a Jesús orando en privado, dedicando tiempo a los suyos, dedicando tiempo a todos. Hoy, sábado, le vemos orando con el pueblo en la sinagoga. Le vemos también itinerante.
Este día lo comienza en la sinagoga donde ha liberado a un hombre de un espíritu inmundo. Hace poco ha establecido su centro de operaciones a orillas del lago, en casa de Simón, en Cafarnaún. De la sinagoga, con los suyos, pasa a la casa de Simón.
En la casa de Simón se respiran aires de serenidad y confianza. Los compañeros de Jesús interceden por la suegra de Simón, encamada con mucha fiebre. Él, inclinándose sobre ella, la libera de la fiebre y ella se pone a servirles. Los sanados por Jesús lo demuestran sirviendo; no se acurrucan en sí mismos. En la casa de Simón se vive el milagro con la mayor naturalidad.
Fuera de la casa de Simón es otra cosa. Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban. Él ponía las manos sobre cada uno y los sanaba. Y todos vuelven a sus casas. Los milagros de Jesús no cambian la vida de los hombres. La fe, sí.
Al hacerse de día salió y se fue a un lugar solitario.
Vivir para servir, vivir orientado hacia los demás, implica dedicar tiempo a la relación con el Padre; Él es la fuente de vida, de energía, para Jesús y para quienes le seguimos.
La gente lo andaba buscando…, intentaban retenerlo.
Jesús no se deja atrapar por la popularidad o la afectividad. Nada le impide estar siempre en camino para proclamar la Buena Noticia a todos.
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