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04/01/2022 Martes del tiempo de Navidad (Jn 1, 35-42)

Les respondió: Venid y lo veréis. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día.

Seguir a Jesús, ser verdadero cristiano, es algo más que haber nacido en un ambiente de cristiandad y ser buena gente. Para seguir a Jesús y ser verdadero cristiano se requiere el encuentro personal con Él. Aunque tampoco esto garantiza el auténtico seguimiento. Hay encuentros fallidos y seguimientos equivocados. Recordemos el encuentro del joven rico con Jesús; nada cambió en la vida de aquel hombre. Esto se da también entre personas piadosas que, por ejemplo, gustan encontrarse con Jesús, el de la presencia real eucarística, y piensan que sus otras presencias (prójimos, comunidad, Escrituras) no son reales. Esto resulta en una vida sin sabor evangélico.

Maestro, ¿dónde vives?

Andrés y Juan, por indicación del Bautista, han seguido a Jesús en silencio. Pertenecen a ese grupo selecto de personas que no se conforman con lo que parece satisfacer a la mayoría de los mortales; buscan algo más sin saber exactamente qué. Jesús les ha preguntado: ¿Qué buscáis? Ellos quieren un encuentro concluyente; quieren encontrarle allí donde Él vive. Hagamos nuestra su pregunta para repetírsela cada día al Señor, especialmente cuando comulgamos.

Se quedaron con Él aquel día.

Estuvieron con Él. Vieron y escucharon muchas cosas. Al día siguiente dirían como los dos de Emaús: ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba y nos explicaba las Escrituras? Cenaron con Él y más tarde evocarían la intimidad de la cena que recrea y enamora.

Los dos discípulos quedaron conmovidos por la figura de Jesús, entusiasmados, con ese estupor que se produce cuando uno se encuentra con Jesús. Y van corriendo y dicen a sus amigos: Hemos encontrado al Mesías (Papa Francisco).

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