¿Qué buscáis?
Son las primeras palabras de Jesús en el Evangelio de Juan. Volverán a aparecer al final del Evangelio con una variante muy significativa cuando Jesús pregunta a María Magdalena: ¿A quién buscas? (Jn 20, 15). En algún momento del itinerario cristiano todos estamos llamados a cambiar los objetivos de nuestra vida. Dejaremos de buscar cosas: santificación, salvación, virtudes; buscaremos la persona de Jesús. Todo lo demás pasará a segundo plano. ¿Qué buscas? Que la pregunta de Jesús resuene en lo interior y me interpele.
Maestro, ¿dónde vives? Fueron, vieron dónde vivía y pasaron con Él el resto del día.
Fue un encuentro que marcó definitivamente la vida de aquellos dos discípulos del Bautista, Andrés y Juan. Ahora pasan a ser discípulos de Jesús. El Evangelista evoca con emoción el momento: Eran las cuatro de la tarde.
El Papa Francisco hace este comentario: Todos nosotros hemos tenido en nuestra vida algún encuentro con Él, un encuentro verdadero en el que sentí que Jesús me miraba. No es una experiencia solo para santos. Y si no recordamos, será bonito hacer un poco de memoria y pedir al Señor que nos dé la memoria, porque Él se acuerda; Él recuerda el encuentro.
Andrés encuentra primero a su hermano Simón y le dice: Hemos encontrado al Mesías. Y lo condujo a Jesús.
El descubrimiento de la Buena Noticia que es Jesús se comparte; si no se comparte es que no se ha descubierto. Para compartir no será necesario hacer proselitismo de viva voz; irradiamos la luz que hay en nosotros de forma callada y eficaz. El testimonio de lo que somos y vivimos entrará más por los ojos que por los oídos.
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