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04/03/2022 Viernes después de Ceniza (Mt 9, 14-15)

  • Foto del escritor: Angel Santesteban
    Angel Santesteban
  • 3 mar 2022
  • 2 Min. de lectura

¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos y tus discípulos no ayunan?

Jesús escandalizó a muchas personas piadosas de su tiempo. Tanto que llegaron a tratarle de comilón y borracho (Mt 11, 19). Hoy son los discípulos del Bautista los que se encaran con Él. No entienden que Jesús pase por alto algo tan sagrado como el ayuno. Para ellos el ayuno, como es natural, consiste en privarse de alimento. Para Jesús, como deja ver en su respuesta, el ayuno el algo mucho más amplio; algo que se aplica a diversos elementos de la vida.

¿Qué tal que ahora, al comenzar la Cuaresma y en un rato de oración, preguntemos al Señor cuál es el ayuno que más le complace? Quizá no tendrá que ver con los alimentos y la boca. ¿Quizá tendrá que ver con las pantallas y los ojos? ¿O con los prójimos? Recordemos que Jesús comparte la opinión de Isaías sobre el mejor ayuno: las obras de misericordia socorriendo al necesitado.

¿Pueden los invitados a la boda hacer duelo mientras el Novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el Novio; entonces ayunarán.

Los discípulos del Bautista no están capacitados para entender esto. No saben que con Él, con Jesús, han llegado los tiempos nuevos, los tiempos mesiánicos; que atrás quedaron los tiempos en que la santificación y la salvación eran entendidas como una dura conquista. No entienden que ahora es momento de celebrarlo con el Novio, no de hacer duelo. Claro que llegarán días de ayuno: cuando la fe parezca apagada.

Y nosotros, ¿lo hemos entendido? ¿Hemos asimilado de veras que somos introducidos en el Reino gratuitamente y que, por tanto, este es el tiempo de la alegría, de la música, del banquete?

 
 
 

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