¿Podéis acaso hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?
La Buena Noticia, Jesús y su Evangelio, apunta más al corazón que a las prácticas exteriores; conduce a una relación nueva con Dios, con los demás y con uno mismo. A Jesús le gusta comparar el Reino de Dios, es decir su propia persona, con un banquete de bodas. Él es el novio, o el esposo. Nosotros la novia, o la esposa. Estamos llamados a vivir la vida en clave festiva…, mientras Él esté presente: Días vendrán en que les será arrebatado el novio… Todos tenemos experiencias de distinta índole de su ausencia. Son experiencias de gracia. Los místicos las llaman noches del espíritu.
El vino nuevo debe echarse en odres nuevos.
La Buena Noticia, Jesús y su Evangelio, no cabe en los viejos odres de la ley y del templo. Ni entonces ni ahora. Ya había sido anunciado por los profetas: Misericordia quiero y no sacrificios. El Papa Francisco dice: Jesús anuncia un rostro nuevo de Dios: cercano, solidario con los pobres y los humildes, gratuito. Por eso es necesario un modo nuevo de relacionarse con Él y rendirle culto, un odre nuevo, basado no en el cumplimiento de ayunos y penitencias sino en el compromiso con el prójimo, en la generosidad del corazón y la acogida a los diferentes.
Claro que todo esto encontraba, y sigue encontrando, un rechazo patente o encubierto entre quienes hacen de la ley y las normas la inspiración de su vida. Quienes hemos sido educados en una religiosidad que mira al perfeccionismo de la ley, encontramos complicado deshacernos de los odres viejos tan serios y tan austeros. Puede parecernos una traición adoptar los odres nuevos tan festivos y tan alegres.
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