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04/10/2022 San Francisco de Asís (Lc 10, 38-42)

Marta, Marta, te preocupas e inquietas por muchas cosas, cuando una sola es necesaria. María escogió la mejor parte, y no se la quitarán.

Marta representa bien a quienes pensamos que una vida vivida en obsequio del Señor consiste en hacer muchas cosas. De hecho, eso es lo que parece indicar la parábola del Buen Samaritano que escuchábamos ayer y que concluye con estas palabras: Anda y haz tú lo mismo. Es cierto que Jesús nos pide desvivirnos por nuestros prójimos. Pero hay otra forma de obsequiar al Señor: la de María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

El Papa Francisco comenta que a los ojos de su hermana, María perdía el tiempo. María escuchaba al Señor y oraba con su corazón. La primera tarea en la vida es ésta: la oración. Pero no la oración de las palabras como los papagayos, sino la oración del corazón: mirar la Señor, escuchar al Señor, pedir al Señor.

Claro que las dos hermanas están llamadas a convivir en buena armonía en todo seguidor de Jesús: servicio y contemplación bien coordinados. Teresa de Ávila dice: Marta y María han de andar juntas para hospedar al Señor y tenerle siempre consigo, y no le hacer mal hospedaje no le dando de comer.

Para la mayoría de hombres y mujeres, los no llamados a seguir de cerca a Jesús, lo primero y lo único son los prójimos. Pero para los llamados a seguirle de cerca, para sus amigos, lo primero es Él. Como lo fue para Pablo: Cristo será glorificado en mi cuerpo por mi vida o por mi muerte, pues para mí la vida es Cristo, y el morir, una ganancia (Flp 1, 21).

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