04/10/2025 San Francisco de Asís (Lc 10, 17-24)
- Angel Santesteban

- 3 oct
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Francisco de Asís fue el instrumento de Dios en el siglo XIII para indicar a la Iglesia el camino de regreso al Evangelio. No lo hizo desde la denuncia o la crítica, sino desde una vida de pobreza, de humildad y de alegría evangélicas.
Regresaron los setenta y dos, y dijeron alegres: Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.
Regresaron los setenta y dos. El Evangelio de Mateo habla solamente de una misión: la de los Doce (cap. 10), cifra que representa al pueblo de Israel. El Evangelio de Lucas nos ofrece además la misión de los setenta y dos, cifra tradicional de las naciones paganas. Lucas, buen discípulo de Pablo, es el pregonero de la universalidad.
Regresaron alegres. Lucas es también el pregonero de la alegría. La alegría ilumina su Evangelio desde Belén (2, 10) hasta la Ascensión (24, 52). Como escribe el Papa Francisco, la alegría llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.
Regresaron diciendo: Hasta los demonios se nos someten en tu nombre. Esto lo tiene claro todo verdadero creyente. Teresa de Ávila dice: Siendo yo sierva de este Señor y Rey, ¿qué mal me pueden ellos hacer a mí? ¿Por qué no he yo de tener fortaleza para combatirme con todo el infierno?
La fe insuficiente concede espacio a los demonios. La fe insuficiente le pone límites al Dios-Amor. Donde resplandece la fe en el Dios-Amor no se ponen límites a Dios. Todo el espacio vital es ocupado por la confianza y no hay lugar para miedos.
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