05/01/2022 Miércoles del tiempo de Navidad (Jn 1, 43-51)
- Angel Santesteban
- 4 ene 2022
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Al día siguiente, Jesús quiso partir para Galilea y encuentra a Felipe. Y Jesús le dice: Sígueme.
Ayer fueron Juan y Andrés los que siguieron a Jesús por las palabras del Bautista. Después Andrés, ya seducido, llevó a su hermano Pedro a Jesús. Hoy es el turno de Felipe y Natanael. Felipe, cosa rara, sigue a Jesús sin intermediarios; una fulminante palabra de Jesús es suficiente.
Evidentemente no es posible ser seguidor de Jesús en solitario. El auténtico creyente siente el impulso de compartir su fabuloso descubrimiento. Quien ha descubierto a Jesús vive en otra galaxia, y ve el cielo abierto con la escalera preparada para alcanzarlo.
Le respondió Natanael (a Felipe): ¿De Nazaret puede haber cosa buena?
Es normal que la vida de una persona buena y piadosa que no ha descubierto a Jesús, esté marcada por miedos y desencantos. Y que viva con interrogantes parecidos al de Natanael: ¿Es que puede haber cosa buena en esta sociedad? ¿Es que puede esperar el Señor algo bueno de alguien tan miserable como yo? Pero el descubrimiento de Jesús lo transforma todo.
Le dice Felipe: Ven y lo verás.
Felipe repite las palabras de Jesús a Juan y Andrés en el Evangelio de ayer. El conocimiento de Jesús no es cuestión de doctrinas y mandamientos; es cuestión de experiencia personal.
En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre.
A los transfigurados por el encuentro con Jesús se les promete el cielo abierto y los ángeles de Dios subiendo y bajando. La unión de Dios y del hombre; en Jesús. La unión de cielo y tierra; en Jesús.
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