Sucedió que cruzando un sábado por unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas… Algunos de los fariseos dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?
Poco antes se han escandalizado porque Jesús y los suyos comían con pecadores; luego, porque no practicaban los ayunos. Jesús les replicaba hablando de bodas y de que el vino nuevo no se guarda en odres viejos. Se enfrentan dos maneras de entender lo religioso: la de los fariseos, que se parece más a un funeral, y la de Jesús que se parece a una fiesta de bodas.
El Hijo del Hombre es señor del sábado.
El sábado es el día del descanso semanal querido por Dios; el día festivo en que el hombre encuentra sosiego para el agradecimiento y la alabanza. Pero la institución religiosa hizo del sábado un cúmulo de observancias que más que liberar, oprimían.
El Hijo del Hombre es señor del sábado.
Un antiguo manuscrito bíblico añade aquí una frase que, según los estudiosos, probablemente no es auténtica; pero sí es interesante. Dice así: El mismo día, viendo trabajar a uno un día de sábado, Jesús le dijo: Amigo, si sabes lo que haces, eres dichoso, pero si no lo sabes, eres un maldito y un transgresor de la ley.
Jesús y sus discípulos piensan y viven con gran libertad todo lo referente a la religión. Por el contrario, quienes entonces y ahora se dejan guiar por el rigorismo de la ley viven paralizados; no son capaces de disfrutar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Les sucede como al tercero de los siervos en la parábola de los talentos.
El Papa Francisco nos invita a hacernos esta pregunta: ¿Qué sábados anteponemos al servicio de nuestros hermanos más empobrecidos?
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