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05/09/2021 Domingo 23 (Mc 7, 31-37)

Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él.

Nunca hemos tenido tantos y tan buenos medios de comunicarnos como ahora. La tecnología hace maravillas increíbles. Pero esas mismas maravillas son también motivo de que la comunicación sea, para muchos, algo superficial; y que la soledad se adueñe y arruine muchas vidas. En general, hemos perdido capacidad de pensar y de hablar por cuenta propia. Es frecuente ver grupos de personas cada una de ellas ocupada con su móvil. Hay pensadores cristianos que hablan de un creciente analfabetismo espiritual entre nosotros. Por eso, el sordomudo del Evangelio es un personaje de tanta actualidad; nos parecemos a él por nuestra incapacidad de verdadera comunicación. Y donde no se da la comunicación a nivel profundo, se da el enanismo espiritual. Vivimos cada uno en nuestro pequeño mundo, despreocupados de lo que sucede a nuestro alrededor. No hay peor sordera y peor mudez que permanecer indiferentes ante el sufrimiento o las necesidades de los demás. No se nos permite vivir satisfechos solamente porque no hacemos daño a nadie.

Levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: Effatá, que quiere decir: ¡Ábrete!

Necesitamos, cada vez que nos encontramos con Jesús, sea en la iglesia sea en nuestra interioridad, pedirle que imponga su mano sobre nosotros y nos diga EFFETÁ, ábrete. Y que así nos saque de nuestro egocéntrico ensimismamiento. Que nos abra a la realidad de nuestros prójimos.

Jesús les mandó que a nadie se lo contaran.

En algunos países son populares los predicadores que atraen multitudes con la promesa de curar sus enfermedades de cuerpo o de espíritu. No son buenos imitadores de Jesús. Cuando Jesús hace milagros, los hace con mucha discreción. Ni siquiera busca atraer prosélitos. A nosotros nos gustaría poder hacer milagros espectaculares de modo que muchos aceptasen el mensaje cristiano. No es ese el estilo de Dios.

Que a lo largo de este domingo repitamos con frecuencia la palabra EFFETÁ, ábrete.

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