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05/10/2021 Témporas de acción de gracias y petición (Mt 7, 7-11)

Las Témporas se vienen celebrando desde los primeros siglos. Cuando el cristianismo era cosa del hemisferio norte, en la estación del otoño se daba gracias a Dios por las cosechas y se pedían bendiciones para las nuevas siembras. Hemisferios y cosechas en segundo plano, es bueno dar gracias siempre y por todo a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo(Ef 5, 20).

Si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!

El niño, que vive sumido en la absoluta gratuidad de sus papás, responde con la expresión más profunda de la gratitud: la absoluta confianza. Así es cómo el gozo agranda el corazón de los papás. Quien vive en la gratuidad, lo demuestra con la gratitud. Si todo es gracia por parte de Dios, todo debe ser gratitud por parte del hombre. La relación más cordial con Dios no puede asentarse sobre obras o méritos, sino sobre la gozosa acogida de su gracia. Esto es lo que hace tan seductora una vida vivida en la gratitud.

El cohete espacial que nos sitúa en la órbita de la gratuidad-gratitud no es el de las buenas obras; es el Señor por su Espíritu. Porque nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar (Lc 10, 20). Es cuestión de exigirlo al Señor haciendo uso de sus palabras: Pedid y se os dará. Con confianza y con perseverancia.

¡Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!

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