Pues si vosotros, con lo malos que sois, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más dará vuestro Padre del cielo cosas buenas a los que se las pidan!
Pues si vosotros, con lo malos que sois. Lo dice con la mayor naturalidad; lo dice también con el mayor afecto. Somos malos, porque solo hay uno bueno (Mt 19, 17). Somos malos, porque la Escritura encerró todo bajo el pecado a fin de que la promesa fuera otorgada a los creyentes mediante la fe en Jesucristo (Gal 3, 22).
Sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos. Los humanos no podemos presumir de muchas cosas, pero sí podemos presumir de ser infinitamente generosos con nuestros hijos. Es la mejor evidencia de que ciertamente hemos sido creados a imagen de Dios (Gen 1, 27). Jesús sabe, dice el Papa Francisco, que en lo que se refiere a los niños, somos capaces de una generosidad infinita. Por eso nos alienta: si tenemos fe, el Padre nos dará su Espíritu.
¡Cuánto más dará vuestro Padre del cielo cosas buenas a los que se las pidan!
El Padre del cielo, el Padre de todos, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4). Porque todos pecaron y están privados de la gloria de Dios y son justificados por el don de su gracia en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús (Rm 3, 23-24). Por eso tenemos puesta la esperanza en Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres (1 Tim 4, 10).
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