Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos.
Más adelante dirá esto mismo con la parábola de la vid: Yo soy la vid, vosotros los sarmientos.El que permanece en mí y yo en él, da mucho fruto. Porque sin mí no podéis hacer nada (Jn 15, 5).
La palabra de Jesús es la palabra del Padre. Jesús mismo, su persona, es la palabra del Padre. Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres…; en estos últimos tiempos, nos ha hablado por medio del Hijo (Heb 1, 1). Él es LA PALABRA. Palabra eficaz, más cortante que espada alguna de dos filos y que penetra hasta la separación de alma y espíritu (Heb 4, 12). Por ella todo fue sacado de la nada y por ella el hombre llega a ser hijo de Dios.
Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.
Para ser libres nos libertó Cristo (Gal 5, 1). Jesús es LA PALABRA, LA VERDAD. Es la realidad que sustenta toda realidad. Creer en Jesús, Palabra y Verdad, nos hace libres, liberándonos de la esclavitud más radical: la del egocentrismo que nos encierra en nosotros mismos alejándonos de Dios y de los prójimos. Esta es la maravilla de la fe. Quizá no somos tan austeros y piadosos como muchos menos creyentes, pero sabemos más de libertad, de luz y de gozo. La libertad de los hijos de Dios es como la libertad del mismo Dios, que ama a todos con amor gratuito.
Dice el Papa Francisco que el hombre descubre y redescubre la verdad cuando la experimenta en sí mismo como fidelidad y fiabilidad de quien lo ama. Solo esto libera al hombre: La Verdad os hará libres.
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