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06/05/2021 Jueves 5º de Pascua (Jn 15, 9-11)

Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor.

Permaneced en mi amor. Como el ave en su nido; como el embrión en el seno materno. Permaneced en mi amor. Sabe a intimidad, a hogar, a vida cómoda y tranquila. Es ahí donde encontramos la plenitud, la vida en abundancia.

Claro que este permanecer en Él y esta intimidad, aunque parezca un contrasentido, nos proyecta fuera de nosotros mismos; nos proyecta hacia los prójimos. De lo contrario esa intimidad no pasa de ser un ilusorio espejismo. El día en que los discípulos fueron invadidos por el Espíritu de Jesús, abrieron las puertas de la casa en la que se habían encerrado.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor.

Mis mandamientos. Se reducen a uno: amaos los unos a los otros como yo os he amado. Como yo os he amado. Es un amor concreto y definido que se pone de manifiesto en el servicio, en el perdón, en la comprensión… Hacia todos: amigos y enemigos. Este amor es un don que pedimos a diario con perseverancia y con paciencia porque, como la mejor de las frutas, necesita tiempo para llegar a sazón. El amor está más en los hechos que en las palabras. No es un amor de telenovela. No es un sencillo entusiasmo. Muchas veces es un amor doloroso (Papa Francisco).

Os he dicho esto para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea colmado.

Al Evangelista Juan le encanta repetir, en su Evangelio y en sus cartas, lo del gozo colmado: Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo (1 Jn 1, 4). También al apóstol Pedro, como vemos en el exuberante comienzo de su primera carta.

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