Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
Jesús se ha conmovido ante la pobre situación de la sociedad de su tiempo; la gente vivía descaminada y despistada, como ovejas sin pastor. Ha pedido a sus discípulos que rueguen al dueño de la mies para que envíe obreros a su mies. Ahora decide crear un grupo que continúe su tarea.
Éstos son los nombres de los doce apóstoles.
El Papa Francisco dice: Jesús eligió a los que Él quería, e instituyó a Doce que llamó apóstoles. Había otros. Estaban los discípulos y el Evangelio, en una ocasión, habla de setenta y dos. Los Doce son instituidos para que estén con Él y para mandarlos a predicar con el poder de expulsar demonios.
Id a las ovejas descarriadas de Israel.
La tarea de evangelizar pertenece a los Doce y a los setenta y dos; es tarea de todo creyente. Y la evangelización debe orientarse, ante todo hacia los no creyentes; las periferias de las que suele hablar el Papa Francisco. No es necesario ir lejos para encontrarlas porque las tenemos en nuestras propias casas. Mejor que con la palabra, evangelizaremos con la paz, con la alegría, con la entrega generosa y cariñosa a los demás.
Yendo, proclamad que el Reino de los Cielos está cerca.
Las doce tribus del antiguo pueblo de la Alianza, son relevadas ahora por los doce apóstoles. Ellos proclaman la proximidad del Reino de los Cielos, es decir la salvación, a los cuatro puntos cardinales. Y el Espíritu del Señor que les/nos acompaña, hace que por toda la tierra se difunda su voz y hasta los confines de la tierra sus palabras (Rm 10, 18).
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