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06/10/2021 Miércoles 27 (Lc 11, 1-4)

Estaba Él orando en cierto lugar y cuando terminó le dijo uno de sus discípulos…

Jesús no impartió a sus discípulos cursillos sobre la oración. Aprendieron a orar con sus ojos. Advertían cómo por la mañana temprano Él se retiraba a lugares solitarios para orar. A veces le observaban a distancia, y lo que veían les seducía. Ellos sabían rezar oraciones y salmos, pero no sabían orar como Él. Así que le piden que se lo enseñe: Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.

Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre…

Y Jesús les/nos enseña el Padrenuestro. El Padrenuestro es más que una oración; es una escuela de oración y de vida. Oración que es vida y vida que es oración. Todo desde la primera palabra: PADRE. Desde el Padre, la oración se mueve en un clima de confianza absoluta, y la vida se mueve en un clima de fraternidad universal.

Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

El Papa Francisco comenta: En estas palabras está todo un programa de vida basado en la misericordia. La misericordia es la profecía de un mundo nuevo, en el que los bienes de la tierra y del trabajo se distribuyen equitativamente y nadie se ve privado de lo necesario, porque la solidaridad y el acto de compartir son la consecuencia concreta de la fraternidad.

Y el Papa Benedicto: La oración no es en primer lugar un sumergirse en sí mismo, sino un encuentro con el Espíritu de Dios en la palabra que nos precede.

Padre. Jesús quiere que, cuando oremos, nuestro corazón se ensanche en la alabanza y en la gratitud ante la grandiosidad del amor de Dios, el Padre de todos.

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