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06/11/2021 San Pedro Poveda y compañeros (Lc 16, 9-15)

Y yo os digo que con el dinero sucio os ganéis amigos, de modo que, cuando se acabe, os reciban en la morada eterna.

Dinero sucio. O dinero maldito; o dinero injusto. Jesús, que entiende la necesidad del dinero, no muestra apego a él. No lo lleva consigo. El encargado de la bolsa del grupo era Judas.

El que es de fiar en lo poco, es de fiar en lo mucho; el que es deshonesto en lo poco, es deshonesto en lo mucho.

¿Soy de fiar en lo poco? ¿Se gestionar mis bienes materiales? Si vivo enredado en ellos, no puedo aspirar a ideales de fraternidad y solidaridad. Estamos llamados a ser buenos administradores de lo que tenemos; no podemos hacer con ellos lo que nos plazca. Hay derechos superiores al de la propiedad privada. Esto no es asumido por los atrapados en sus bienes. Digamos que el régimen comunista no es cristiano, y digamos que el régimen capitalista tampoco lo es. Lo nuestro está por encima de lo mío.

Un empleado no puede estar al servicio de dos señores, pues odiará a uno y amará al otro o apreciará a uno y despreciará al otro. No podéis estar al servicio de Dios y del dinero.

La moral tradicional ha presentado los pecados de la carne como los más abominables, y la castidad como la virtud más excelsa. Sin embargo, Jesús fue siempre más comprensivo con el pecado sexual que con el pecado de codicia. Como escribe un autor espiritual, no hay lacra humana que no tenga su origen en la adoración del becerro de oro, a cuyos pies yacen rotas las tablas de la ley, tanto la de Dios como la de los hombres y sus derechos.

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