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06/12/2022 Martes 2º de Adviento (Mt 18, 12-14)

¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en los montes y va en busca de la perdida?

La primera lectura de hoy nos ha descrito a Dios, como un pastor que pastorea su rebaño, que toma en brazos los corderos, que hace recostar a las madres (Is 40, 11). Es una buena introducción a la parábola del pastor del Evangelio de hoy.

¿Qué os parece? La verdad es que, a nosotros, el pastor de Jesús nos parece un tanto desaprensivo. ¿Abandonar el rebaño en los montes para buscar una oveja extraviada? Eso no encaja con nuestro sentido común. Pero, por lo visto, sí que encaja con el sentido común de Dios. La salvación es fruto de su amor, puro don, pura munificencia; nada que ver con méritos o deméritos nuestros. Así es cómo la salvación llega a todos. Los más descarriados son los que mejor lo saben, porque el pastor se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.

Nuestro Pastor no quiere perder a nadie de los que le pertenecemos. Todos le pertenecemos: Quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4). Porque todo fue creado por Él y para Él (Col 1, 17).

Quienes vemos cómo nuestras iglesias, antes llenas, ahora están medio vacías, podríamos desmoralizarnos. Que no sea así. Si la alegría del Pastor es tan grande al encontrar la oveja extraviada, ¿no será que disfruta cuando una, o mil, se le pierden? Precisamente vino para eso. San Pablo así lo cree: Pues Dios ha encerrado a todos en la desobediencia para apiadarse de todos (Rm 11, 32).

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