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07/05/2021 Viernes 5º de Pascua (Jn 15, 12-17)

Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Continúa la sobremesa de la última cena. Es el momento apropiado para las intimidades. Jesús abre su corazón a los discípulos; a todos nosotros. Pero parece olvidarse de nuestra radical indigencia. Jesús no se relaciona con nosotros como amo con criado, sino como amigo con amigo. Y quiere cercanía, confianza y entrega en nuestras relaciones con Él y con los prójimos. ¿Cómo puede ser que nos pida amar como Él nos ha amado? ¿No nos pide algo que supera nuestra capacidad? Claro que si Jesús nos lo pide, tiene que ser posible. Lo es. Lo es si mirado, como debe ser mirado todo, desde arriba, desde la grandeza de Dios; no desde abajo, desde nuestra miseria.

Así lo mira San Juan: Hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es Amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en Él. Nosotros amamos, porque Él nos amó primero (1 Jn 4, 16; 19). Así lo mira San Pablo: Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (Gal 2, 20). Amar es dejar que nuestro ego se disuelva como gota de agua en el océano infinito del amor de Dios para que sea Él quien ame en nosotros.

Comenta el Papa Francisco: Esta Palabra del Señor nos llama a amarnos unos a otros, incluso si no siempre nos entendemos y no siempre estamos de acuerdo. Es precisamente ahí donde se ve el amor cristiano. Un amor que también se manifiesta aunque existan diferencias de opinión o de carácter. El amor es más grande que estas diferencias.

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