top of page
Buscar

07/08/2021 Sábado 18 t.o. (Mt 17, 14-20)

Os aseguro que si tuvieras fe del tamaño de una semilla de mostaza, diríais a aquel monte que se trasladara allá, y se trasladaría. Y nada os resultaría imposible.

Esta página del Evangelio es como una catequesis sobre la fe. Aquel hombre que se acerca pidiendo por su hijo enfermo, tiene fe en Jesús. Ha sufrido mucho. Ahora se siente amargamente decepcionado por los discípulos de Jesús impotentes para ayudarle. También los discípulos se sienten frustrados ante su impotencia.

Sería un error comparar la fe con el caparazón en el que confía la tortuga para protegerse del peligro. Mejor compararla con las alas que elevan al águila por encima de la tierra. La fe, como dice el Papa Francisco, no es un refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida, porque hace descubrir la gran llamada de la vocación al amor. Solamente el Amor es digno de fe. Por eso vale la pena desconfiar de lo nuestro para depender solamente de Él. Aquellos discípulos fueron incapaces de curar al niño epiléptico porque dependían demasiado de sí mismos y de los otros.

Es un proceso largo el de eliminar dependencias de nosotros mismos y de los demás. El instrumento con el que el Señor nos va conduciendo hacia la gloriosa libertad de los hijos de Dios es la cruz. Entonces ya nada resulta imposible. Entonces sí que somos capaces de mover montañas; esas montañas que, como la pesada piedra de la tumba de Lázaro, nos tenían aprisionados.

Es muy gran verdad que sin mí no podéis hacer nada (Jn 15, 5). Como también es muy gran verdad que todo lo puedo con el que me da fuerzas (Flp 4, 13).

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page