A sus discípulos les dijo:
En el Evangelio de hoy Jesús toca tres temas: el escándalo, el perdón y la fe. Todos ellos tienen en común su referencia a la vida común.
Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca!
No todo cristiano ha llegado a la madurez en la fe. Los hay de fe muy infantil, presas fáciles del escándalo. El creyente de fe madura tiene que andar con especial cuidado en lo que dice o hace para no escandalizar a uno de estos pequeños. Son muchos los pequeños; son muchos los que no conocen el Evangelio y para ellos lo cristiano no es otra cosa que tradición o cultura. Dice san Pablo: No vayas a destruir la obra de Dios por un alimento. Todo es puro, ciertamente, pero es malo comer dando escándalo (Rm 14, 20).
Si tu hermano te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: lo siento, lo perdonarás.
El perdón es tan imprescindible como difícil para la convivencia; sobre todo cuando la ofensa se repite. Los discípulos comprenden que lo que Jesús pide sobrepasa sus capacidades. Por eso le piden: Auméntanos la fe.
Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar, y os obedecería.
El último de los tres temas que Jesús toca hoy es el de la fe. Todo, absolutamente todo, es posible para quien tiene fe. También el evitar todo escándalo; también el perdonar siempre. La fe, que lo ilumina todo, no elimina los problemas o las tragedias. Es cuestionable la fe de quien dice creer cuando todo va bien; la verdadera fe se demuestra cuando los resultados no acompañan y todo parece ir al revés.
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