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07/12/2021 San Ambrosio (Mt 18, 12-14)

¿Qué os parece? Supongamos que un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una: ¿no dejará las noventa y nueve en la ladera para ir a buscar la extraviada?

El final de la primera lectura es una buena introducción al Evangelio. Así anunciaba Isaías la llegada del Reino de Dios, de Jesús. Como pastor pastorea su rebaño: recoge en brazos los corderitos, en el seno los lleva, y trata con cuidado a las paridas (Is 40, 11). Jesús encarna la misericordia de Dios, y cuando alguien se extravía, Él pone en juego todos sus recursos para encontrarlo. Y son muchos los recursos de que dispone. La alegría que experimenta con el reencuentro nos hace ver cuánto valemos para Él.

A la oveja extraviada no se le pide otra cosa que dejarse querer: La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona (Papa Francisco).

Del mismo modo, vuestro Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.

Este pasado domingo nos decía el Evangelista Lucas citando a Isaías: Todos verán la salvación de Dios. San Pablo nos dirá que Dios, nuestro Salvador, quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4). Hoy nos dice Jesús que Dios no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños.

El mundo prescinde fácilmente de los pequeños. ¿Quizá también nosotros? Podría incluso parecernos razonable. El Papa Francisco habla de la cultura del descarte, en sintonía con la carta de Santiago: Hermanos míos, no mezcléis con la acepción de personas la fe que tenéis en nuestro Señor Jesucristo glorificado (Sant 2, 1).

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