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08/03/2024 Viernes 3º de Cuaresma (Mc 12, 28b-34)

  • Foto del escritor: Angel Santesteban
    Angel Santesteban
  • 7 mar 2024
  • 2 Min. de lectura

El más importante es: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay precepto mayor que éstos.

Un maestro de la ley ha preguntado: ¿Cuál es el mandamiento más importante? Jesús responde con dos citas: la primera, del Deuteronomio, sobre el amor a Dios; la segunda, del Levítico, sobre el amor al prójimo. Para Jesús los dos mandamientos van inseparablemente unidos, como las caras de una moneda. No es posible amar a Dios y desentenderse del hermano.

Los cristianos poco maduros somos propensos a poner el amor a Dios en primer plano, dejando en la penumbra el amor al prójimo. A los cristianos maduros les sucede lo que a santa Teresa de Lisieux: Dios me ha concedido la gracia de comprender lo que es la caridad. Es cierto que también antes la comprendía, pero de manera imperfecta… Yo me dedicaba sobre todo a amar a Dios… Meditando las palabras de Jesús he llegado a comprender que la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no extrañarse de sus debilidades, en edificarse de los más pequeños actos de virtud que les veamos practicar. Tu voluntad, Señor, es amar tú en mí a todos los que me mandas amar.

El Papa Francisco escribe: El signo visible que el cristiano puede mostrar para testimoniar a los demás el amor de Dios es el amor a los hermanos. Jesús puso en el centro el mandamiento del amor a Dios y al prójimo, porque es el corazón desde el cual todo debe partir y al cual todo debe regresar y hacer referencia.

 
 
 

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