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08/07/2021 Jueves 14 (Mt 10, 7-15)

De camino proclamad que el reinado de Dios está cerca.

De camino. Sin detenerse. Sin instalarse. Adaptándose a cada pueblo y a cada situación. La proclamación del reinado de Dios es la tarea que Jesús confía a los discípulos, a los creyentes de todos los tiempos. Nada de distraernos, por ejemplo, predicando sermones moralizantes contra las depravaciones de nuestro mundo.

Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, expulsad demonios.

Consideramos a las personas enfermas como una vía privilegiada para encontrar a Cristo, acogerlo y servirlo. Curar a un enfermo, acogerlo, servirlo, es servir a Cristo: el enfermo es la carne de Cristo (Papa Francisco). Suele resultar menos difícil ver la carne de Cristo en las enfermedades físicas. Es más complicado ver y servir a Cristo en los enfermos psíquicos, cuando no es fácil distinguir entre enfermedad y volubilidad o actitud egocéntrica.

No llevéis en el cinturón oro ni plata ni cobre, ni alforja para el camino ni dos túnicas ni sandalias ni bastón.

Jesús dedica pocas palabras al contenido de nuestra predicación. Le preocupa más el estilo de la misión. Le preocupa que pongamos excesiva atención en los medios. Porque cuanto mayor la pobreza de los medios, mayor la garantía de éxito de la proclamación del Evangelio. Y cuanto menor la confianza en los medios, mayor la confianza en la eficacia de la Palabra y en el poder del Espíritu. Y mayor la paz que transmitimos; su paz.

Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.

Es necesario que el enviado viva la gratuidad. Porque es muy pobre la calidad de vida de quien no la vive. Como aquel hermano mayor del pródigo: tan cumplidor, tan responsable…, y tan infeliz. El Espíritu de Jesús nos v introduciendo, cada día un poco más, en esa órbita.

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