Cuando arrestaron a Juan, Jesús se dirigió a Galilea a proclamar la Buena Noticia de Dios. Decía: Se ha cumplido el plazo y está cerca el reinado de Dios. Convertíos y creed en la Buena Noticia.
Después de celebrar el domingo del Bautismo del Señor, comenzamos el tiempo ordinario. Tiempo que, con el largo paréntesis de la Cuaresma y el tiempo pascual, nos llevará de nuevo hasta el Adviento. Estas semanas pasadas de Adviento y Navidad tenían como centro a Jesús: la espera y su nacimiento.
El Evangelio de Marcos nos acompañará al principio de este tiempo ordinario, siempre con Jesús en el centro; no puede ser de otro modo. Pasearemos con el Señor por los caminos y poblaciones de Galilea. Marcos nos presenta hoy a Jesús iniciando la proclamación de la Buena Noticia del Reino de Dios.
Convertíos y creed en la Buena Noticia. No se trata de vivir empeñados en ser santos y progresar en las virtudes; se trata de vivir creyendo en la Buena Noticia del Reino. No se trata de vivir sin pecado; se trata de vivir del perdón. Y no pensemos que el Reino de Dios nos llega cuando nos convertimos. Nos convertimos porque ha llegado el Reino de Dios. Esto es evidente en el caso de Pablo, convertido por el Señor en el camino de Damasco. También es evidente en el hijo pródigo. Al muchacho no le movía el arrepentimiento, sino el egoísmo; pretendía satisfacer su hambre. Luego sí, los cálidos brazos obraron el milagro. Cuando lo miremos bien, entenderemos que así es con todo creyente. Como dice san Agustín, busca méritos, busca justicia; y a ver si encuentras algo que no sea gracia.
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