09/02/2021 Martes quinto (Mc 7, 1-13)
- Angel Santesteban
- 8 feb 2021
- 2 Min. de lectura
Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.
Aquellos fariseos y escribas a quienes increpa Jesús han venido de Jerusalén con el discurso preparado. No vienen dispuestos a escuchar. No tienen nada que aprender. Lo tienen todo claro: quien no piensa y actúa como ellos está fuera del camino de la salvación.
Contemplando a estos hombres correctos y piadosos, caemos en la cuenta de lo sencillo que es caricaturizar a Dios y adulterar lo religioso, en el convencimiento de que lo mío es lo verdadero y lo de otros puro error. Por eso es necesario examinar constantemente mis relaciones con Dios y con prójimos; y hacerlo a la luz de lo que me dice Dios en las Escrituras y por mediación de los hermanos.
Así es cómo puedo llegar a entender que no sintonizo con la voluntad de Dios: cuando caigo en la cuenta de adoptar actitudes de superioridad; cuando mezclo religión y política; cuando ley o tradición significan más que la misericordia; cuando el Evangelio no es el punto de referencia de mi oración y de mi vida…
Jesús descalifica toda ley o tradición que pueda ser una rémora para su Evangelio. Está ocupado en preparar a los discípulos para la novedad del Evangelio. Para ello, debe ir sacándolos de la insensibilidad de la religión de la ley y de la tradición, y conducirlos a la vivencia de la universalidad y de la gratuidad de la misericordia.
En el Evangelio, Jesús encuentra gente que tiene miedo de ponerse en camino y que se conforma con una caricatura de Dios. Estos no-inquietos han hecho callar la inquietud del corazón; desfiguran a Dios con mandamientos humanos y se olvidan de Dios. Ponte en camino y busca a Dios (Papa Francisco).
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