La paz os dejo, os doy mi paz, y no como la del mundo. No os turbéis ni os acobardéis.
El capítulo catorce del Evangelio de Juan concluye con palabras semejantes a las de su comienzo, donde Jesús nos decía: No os turbéis. Creed en Dios y creed en mí. Quiere que vivamos tranquilos; que nada ni nadie pueda arrebatarnos su paz en nosotros. Hablamos de su paz; una paz que no consiste en ausencia de tensiones o conflictos, sino en la entereza para afrontar las turbulencias de la vida sabiéndonos habitados y queridos por Él: Él es nuestra paz (Ef 2, 14).
Los libros de historia suelen referirse a los tiempos de Jesús como los tiempos de la paz romana. Fue una paz impuesta por el poderío militar. Nada que ver con la paz de Jesús. Su paz es fruto del amor demostrado ante todo en el perdón. Esto es necesario que todos lo entendamos y practiquemos si queremos vivir en su paz. Todos. De manera especial cuando sufrimos ataques de victimismo. Así es cuando hacemos a otros responsables de nuestros sufrimientos, sin llegar a entender que somos nosotros mismos los primeros responsables de lo que sufrimos…; y de lo que hacemos sufrir a quienes conviven con nosotros. Vivir en la órbita del perdón es vivir en la órbita de la sabiduría, de la humildad, de la paz.
Como dice el Papa Francisco, la vida es así: hay sufrimiento, hay muchas cosas feas, hay guerras, pero esa paz de dentro, que es un regalo, no se pierde, sino que se sigue adelante llevando la cruz y el sufrimiento. Una paz sin cruz no es la paz de Jesús.
Commenti