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09/05/2025 Viernes 3º de Pascua (Jn 6, 52-59)

  • Foto del escritor: Angel Santesteban
    Angel Santesteban
  • hace 1 día
  • 2 Min. de lectura

Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

El significado que da Jesús a la palabra carne tiene poco que ver con el que nosotros damos a lo que compramos en las carnicerías. La carne y la sangre de Jesús es la totalidad de su humanidad. Nos alimentamos de la Palabra de Dios encarnada en un ser plenamente humano y plenamente divino llamado Jesús. Jesús es el verdadero pan, el verdadero alimento, primero como Palabra de Dios y luego como víctima de amor ofrecida en sacrificio para la vida del mundo.

El Papa Francisco dice: Nutrirnos de ese Pan de vida significa entrar en sintonía con el corazón de Cristo, asimilar sus elecciones, sus pensamientos, sus comportamientos. Significa entrar en un dinamismo de amor y convertirse en persona de paz, personas de perdón, de compartir solidario. Lo mismo que hizo Jesús. 

 

En este discurso sobre el Pan de Vida Jesús usa la palabra carne, y la palabra pan. Con la primera, Jesús nos remite a la Encarnación: la Eucaristía es prolongación de la Encarnación. Con la segunda, Jesús nos remite al sacramento eucarístico en que se nos da como alimento: alimento hecho Escritura y alimento hecho Pan.

 

El día del Corpus Christi del 2009 Benedicto XVI hablaba de la importancia de permanecer a la escucha de la Palabra de Dios, especialmente con la práctica de la lectio divina, es decir, de la lectura meditada y adorante de la Escritura. Y añadía, refiriéndose al cristiano ya comulgado: Alimentados con Cristo, recibimos la misión de ser el alma de nuestra ciudad, pan partido para todos. Somos testigos de su amor. Ser Eucaristía. Que este sea nuestro constante anhelo y compromiso.

 
 
 

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