Edith Stein (1891-1942) nació en el seno de una familia judía alemana. Buscó la verdad en la filosofía, pero la encontró en Santa Teresa de Ávila. La leyó y dijo: ¡Aquí está la verdad! Profesó carmelita con el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Murió en el campo de concentración de Auschwitz. Desde 1999 es copatrona de Europa. La parábola de las diez muchachas es especialmente oportuna para celebrar a esta santa.
Las necias llevaron sus lámparas, pero no se proveyeron de aceite, mientras que las sensatas llevaron las lámparas y alcuzas con aceite.
Teresa Benedicta, desde su conversión, llevaba su lámpara siempre bien provista del aceite de la fe. La fe; lo más parecido en nosotros a la sabiduría de Dios, lo que más nos acerca a Él: Esta fe me da calma y seguridad. No es la confianza segura de sí misma del hombre que, con su propia fuerza se mantiene de pie sobre un suelo firme, sino la seguridad suave y alegre del niño que reposa sobre un brazo fuerte, es decir, una seguridad que, vista objetivamente, no es menos razonable. En efecto, el niño que viviera constantemente en la angustia de que su madre le dejara caer, ¿sería razonable?
El camino de la fe nos lleva mucho más lejos que el del conocimiento filosófico: nos lleva a un Dios personal y cercano, al Dios todo amor, al misericordioso, a una certeza que ningún saber natural puede ofrecer.
Tengo la fuerte convicción, dictada por la fe, de que en la perspectiva de Dios no existe el azar, de que mi vida entera ha sido trazada en todos sus detalles por los planes de la providencia divina y de que es una concatenación lógica perfecta a los ojos de Dios que todo lo ve.
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