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10/01/2022 Lunes primero (Mc 1, 14-20)

Comenzamos el tiempo ordinario. Interrumpido por la cuaresma y el tiempo pascual, nos llevará hasta el Adviento. Durante las primeras semanas nos acompañará el Evangelio de Marcos.

Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia.

Herodes encarcela al Bautista y Jesús comienza su actividad en Galilea. No enseña una doctrina que debemos aceptar, ni habla de unos mandamientos que debemos cumplir. Sencillamente proclama el gran acontecimiento de la irrupción en el mundo de, como dijo Zacarías, la fuerza salvadora que nos salva de todos nuestros enemigos (Lc 1, 66-71). La conversión que Él pide consiste en creer en ese acontecimiento, en esa Buena Noticia encarnada en Él mismo. No caigamos en la tentación de poner otras cosas por delante de Él: ni Iglesia, ni mandamientos, ni tradición… No nos convertimos cuando vivimos empeñados en ser santos. Nos convertimos creyendo en Él. Todo lo demás viene después. Nos convertimos si, fiándonos de Él, vivimos del perdón, sin agobiarnos por lo que nos gustaría ser y no somos. El Señor nos entiende, nos espera, nos perdona y quiere vernos vivir de manera más plena, gozosa y gratificante.

Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.

Pescadores de hombres. Indudablemente aquellos primeros discípulos no entienden. Jesús no presenta un programa detallado de vida. Tampoco ellos se lo preguntan. Pero le siguen. Es suficiente. Todos los creyentes estamos llamados a ser pescadores de hombres. ¿Cómo? Dejando las propias redes y fiándonos de quien nos llama. Seguir a Jesús significa estar en movimiento, sin caer en la tentación de instalarnos cuando creemos haber alcanzado una honorable meta. Siempre en camino, siempre en búsqueda. Porque siempre el Señor nos tiene reservadas cosas mayores.

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