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10/02/2025 Santa Escolástica (Mc 6, 53-56)

  • Foto del escritor: Angel Santesteban
    Angel Santesteban
  • 9 feb
  • 2 Min. de lectura

Recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que Él estaba.

Los enfermos ocupan mucho espacio en los Evangelios. Abundaban en aquella sociedad en que la medicina estaba poco desarrollada. Hoy, con una medicina muy avanzada, también abundan los enfermos. Nuestra sociedad sufre una terrible pandemia de enfermedades psíquicas o mentales: complejos, depresiones, angustias, adicciones, miedos, etc. De ahí que abunden tanto los médicos del espíritu, psicólogos y psiquíatras, que intentan sanar a estos enfermos.

Colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto.

Son búsqueda y seguimiento interesados. En alguna ocasión Jesús exterioriza su desagrado: Me buscáis porque habéis comido y os habéis saciado (Jn 6, 26). Pero, en general, acepta a quienes le siguen, aunque lo hagan interesados por sus propias personas, sin importarles la persona de Jesús. Es un punto de partida. A partir de ahí, gracias a su palabra, podrán ir adquiriendo un mejor conocimiento y una mayor adhesión a su persona. Así sucede hoy con algunos movimientos eclesiales con muy poco sabor a Evangelio. Por ahí se empieza.

Y cuantos la tocaron quedaban salvados.

Una fe firme en Jesús no me lleva a despreciar las ciencias humanas de la psique: donde no hay pan, buenas son tortas. Pero sí me lleva a relativizarlas, porque para una buena salud del espíritu no hay mejor terapia que la confianza plena en Jesús con quien me encuentro, en primer lugar, en las páginas del Evangelio. Es ahí donde toco la orla de su manto y donde siento el latir de su corazón.

La liberación del espíritu la obtengo desde la confianza íntima y profunda en este Dios que es Jesús: Cuantos la tocaron quedaban salvados.

 

 
 
 

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