Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, se abrazaron a sus pies y se postraron ante Él.
Antes se les ha aparecido el ángel del Señor para decirles que el Crucificado ha resucitado. Cuando Jesús hablaba de su muerte, mencionaba también la resurrección; como el ángel ahora. La resurrección es la verdad del Crucificado. Las mujeres reciben del ángel el encargo de dar la noticia a los discípulos. Ellas están de camino, llenas de miedo y de gozo; en ese momento se les aparece Jesús.
Alegraos… No tengáis miedo. Id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.
Lo ha dicho tantas veces. Esta es la última: No tengáis miedo. Con la experiencia viva del Resucitado, se apagan los miedos y se enciende la audacia para la misión. ¿Cuál?: Todos a Galilea. Todos a encontrarnos con el hombre de carne y hueso, Jesús de Nazaret.
El Señor quiso que las mujeres fuesen las primeras testigos de su resurrección. Ellas, las más fieles junto a la cruz. Ellas, pasado el sábado, las primeras en volver al sepulcro.
Decid que de noche, mientras vosotros dormíais, llegaron los discípulos y robaron el cadáver.
Hoy sabemos mucho de noticias falsas: fake news. También entonces lo sabían. Quien no está bien formateado por la Buena Noticia es presa fácil de noticias falsas; noticias que frecuentemente se presentan como parte del mensaje del Señor. Toda noticia que no es fuente de paz y gozo, es noticia falsa.
El Papa Francisco dice: La última palabra no es el sepulcro, no es la muerte; ¡es la vida! Por eso repetimos tanto: Cristo ha resucitado. Porque en Él, el sepulcro ha sido derrotado, ha nacido la vida.
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