top of page
Buscar

10/05/2022 San Juan de Ávila (Jn 10, 22-30)

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación y era invierno.

La fiesta de la Dedicación, también conocida como fiesta de las Luces, era celebrada por los judíos el 25 de diciembre. Se conmemoraba la nueva dedicación del templo de Jerusalén llevada a cabo por Judas Macabeo el año 163 a. C. (2 Mac 10, 1-8). En este ambiente festivo, y mientras Jesús pasea en el atrio del Templo, tiene lugar la última confrontación de Jesús con las autoridades religiosas.

Lo rodearon los judíos y le preguntaron: ¿Hasta cuándo nos tendrás en vilo? Si eres el Mesías, dilo claramente.

El Evangelista Juan no nos ofrece el juicio de Jesús ante el Sanedrín, donde todo estaba controlado por sus adversarios. Donde interrogaron a Jesús y el interrogatorio concluyó con la pregunta: ¿Eres tú el Hijo de Dios? Y Jesús respondió: Como decís, yo soy (Lc 22, 70). Aquí, paseando en el atrio del templo, Jesús controla la situación, y responde con parsimonia: Os lo he dicho y no creéis. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí. Son sus obras las que hablan por Él. La respuesta de Jesús concluye con una afirmación categórica: Yo y el Padre somos uno.

El Evangelista Juan nos presenta a un Jesús capaz de dominar toda situación; incluso en el momento de su muerte. Es Juan quien mejor nos descorre el velo de su divinidad. Aunque para nosotros, humanos, lo mejor y lo más habitual será contemplarle humano como uno de nosotros, también nos vendrá bien contemplarle divino. Así tendremos siempre claro que Dios es siempre Dios. Un Dios que no sabe de crisis. Aunque está con nosotros en medio de la crisis, como con los discípulos durante la tormenta.

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page