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10/12/2021 Viernes 2º de Adviento (Mt 11, 16-19)

¿Con qué compararé a esta generación?

Esta generación. La comparación es aplicable a toda generación. Jesús acaba de decir que el Reino de Dios sufre violencia; la gente violenta lo arrebata. El Reino de Dios no es de quien se dedica a gritar cómodamente sentado: Son como niños sentados en la plaza que gritan a otros. El Reino de Dios no es de quien no se compromete, ni de quien vive instalado en un piadoso conformismo religioso.

Vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: Miren qué comilón y bebedor.

Tanto el Bautista como Jesús forman parte del mismo plan de Dios. Pero la diferencia entre ambos es grande. El Bautista representa al viejo pueblo que debe pasar por la purificación del éxodo y del desierto. Jesús representa al nuevo pueblo que ya disfruta de la tierra prometida. Nunca se le ocurriría al Bautista pronunciar palabras como éstas: ¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? (Mc 2, 19). Quienes permanecen sentados no siguen ni al uno ni al otro.

Esta generación. La parábola de los niños sentados nos muestra la humanidad de un Jesús abatido por el fracaso. En otra ocasión se lamentará: ¡Qué generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros y aguantaros? (Mt 17, 17). La parábola nos hace ver también la diferencia entre una oscura religiosidad ensimismista, y una luminosa religiosidad centrada en Dios.

Pero la Sabiduría se acredita por sus obras.

La indiferencia o la oposición no son obstáculo para que el proyecto divino de salvación universal llegue a consumarse. Las obras de Jesús, especialmente sus milagros, dan fe de ello.

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