12/03/2022 Sábado 1º de Cuaresma (Mt 5, 43-48)
- Angel Santesteban
- 11 mar 2022
- 1 Min. de lectura
Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos.
Quizá no podamos amar al enemigo con amor sentimental, pero sí con amor voluntarioso. Se comienza pidiendo al Señor que bendiga a quien me hace daño o no me cae bien. Así ponía en práctica Teresa de Lisieux este mandato del Señor: Hay en la comunidad una hermana que tiene el don de desagradarme en todo… Para no ceder a la antipatía natural me dije a mí misma que la caridad no debía consistir en simples sentimientos, sino en obras. Me dediqué a portarme con esa hermana como lo hubiese hecho con la persona a quien más quiero.
El Papa Francisco dice que el amor a los enemigos nos hace pobres como Jesús, quien cuando vino se abajó hasta hacerse pobre. Tal vez no es un buen negocio según la lógica del mundo. Sin embargo es el camino que recorrió Jesús hasta conquistarnos la gracia que nos ha hecho ricos.
Un discípulo de Jesús no puede comulgar con aquello de, hermanos sí, pero no primos. Estamos ante algo esencial del Evangelio: la radical novedad que rompe toda espiral de violencia. No hay paz sin perdón.
Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.
Donde Mateo habla de perfectos, Lucas habla de misericordiosos (Lc 6, 36). Perfección y misericordia son sinónimos en Dios, pero como que la misericordia se nos hace más asequible que la perfección. ¿Quién es hoy mi enemigo? Si me hago esta pregunta al comenzar el nuevo día sabré dónde encontrar la perfección que el Señor me pide ese día.
Comentarios