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12/03/2023 Domingo 3º de Cuaresma (Jn 4, 5-42)

Llega una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dice: Dame de beber.

Durante estos domingos de Cuaresma el Evangelio nos muestra una serie de personajes que ven sus vidas transformadas después de un encuentro personal con Jesús. Hoy es el turno de la mujer de Samaría. El próximo domingo será el ciego de nacimiento. Al siguiente, el difunto Lázaro.

El personaje de hoy, la Samaritana, es el personaje más fascinante de todos. Con su larga colección de maridos, esta mujer encajaría hoy perfectamente en el mundillo de la farándula. Como todos los días, se acerca al pozo para sacar agua; pero hoy va a ser un día muy especial. Ella, que ha seducido a muchos hombres, va a ser seducida por el forastero que encuentra sentado junto al pozo.

Desde el primer momento del encuentro, es Jesús quien lleva la iniciativa. Su plan de seducción evoca el plan de seducción de Dios con el pueblo de Israel tal como lo presenta el profeta Oseas: Se endomingaba con aretes y gargantillas para ir con sus amantes. Voy a seducirla, llevándomela al desierto y hablándole al corazón. Me casaré contigo en fidelidad y conocerás al Señor (Os 2, 15-22).

Todos podemos vernos reflejados en la mujer Samaritana. Comenzando por su resistencia al acoso de aquel hombre; ella trata por todos los medios de escabullirse de la red en la que aquel hombre la está envolviendo. La historia de esta mujer es la historia de una seducción. Exactamente como la historia de todos y cada uno de nosotros; aunque, probablemente, no somos conscientes de ello.

Podríamos preguntarnos si hemos sido seducidos o todavía no. Podríamos preguntarnos si continuamos acudiendo cada día con nuestro cántaro al pozo en busca de un agua que nunca satisface nuestra sed. Si nuestra vida cristiana consiste en el correcto cumplimiento de unas leyes y unas costumbres, entonces está claro que no hemos sido seducidos. Pero si vivimos nuestra vida cristiana como una historia de amor, entonces sí hemos sido seducidos. Y entonces, como la Samaritana, olvidaremos nuestro cántaro y correremos a invitar a todos nuestros paisanos: Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo.

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