Cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena.
Jesús se dirige a los sentados a la mesa de la última cena y a los sentados hoy a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía. Él perteneció a un pueblo, y a una cultura distinta de la nuestra. Todo lo que Él vive y enseña debe ser actualizado. San Juan Pablo II hablaba de la necesidad de la FIDELIDAD CREATIVA. ¿Quedamos anclados en el pasado? Nosotros nos convertimos en momias yertas y nuestras iglesias en museos. Solamente el Espíritu puede abrir horizontes para desarrollar todo el poderío de la Verdad.
La fe no es algo fijo e inmutable, sino algo vivo y dinámico. O no es verdadera fe. El Espíritu nos desvela la plenitud de la Verdad de manera progresiva, a nivel personal y eclesial. San Pablo pide al Señor que nos conceda por la riqueza de su gloria, fortalecernos interiormente, mediante la acción de su Espíritu. Para que comprendamos la anchura y la longitud, la altura y la profundidad y conocer el amor de Cristo que excede todo conocimiento y nos llenemos de toda la plenitud de Dios (Ef 3, 16-19).
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho: Recibirá de lo mío y os lo explicará a vosotros.
También el padre del pródigo dice al hijo mayor: Todo lo mío es tuyo. San Juan de la Cruz queda embelesado ante esta realidad: Míos son los cielos y mía es la tierra… Los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas son mías. Y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí.
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