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12/08/2021 Jueves 19 (Mt 18, 21 - 19, 1)

Así os tratará mi Padre del cielo si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano.

Para acercarnos al tema del perdón, tan fundamental en el Evangelio, nos hacemos unas preguntas: ¿Siento de verdad la necesidad de ser perdonado? ¿Vivo intensamente la necesidad de perdonar tanto a quienes me han hecho daño en el pasado, como a quienes me resultan latosos en el presente? ¿Albergo en mi interior resentimientos que no logro erradicar? ¿Qué criterio sigo para entender que he perdonado aunque mis sentimientos digan lo contrario?

Así os tratará mi Padre del cielo si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano.

El final de la parábola es horripilante; exactamente como en la parábola del banquete nupcial con el comensal sin traje de boda (Mt 22, 13). Es como para quedar estupefactos. Entendemos que Mateo escribe para cristianos judíos, y que por eso el tema del juicio tiene tanta importancia en su Evangelio. Teniendo en cuenta este contexto, ¿tendríamos que leer la parábola eliminando su tétrico final? Porque, ¿cómo compaginar la magnanimidad primera del rey con su inclemencia final? La conclusión de la parábola, lógica y convincente desde la justicia humana, no lo parece tanto desde el Dios que soluciona todo con la misericordia.

Lo que sí queda claro, muy claro, es que tenemos que pedir al Señor la gracia de ser misericordiosos con quienes nos ofenden: Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos. Exactamente como hizo Jesús desde la cruz: Perdónales, porque no saben lo que hacen.

El único camino para vencer el mal es la misericordia. La justicia es necesaria, pero ella sola no basta. Dejaos tocar por la mirada misericordiosa de Jesús, dispuesta a perdonar cada uno de vuestros pecados (Papa Francisco).

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