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13/05/2022 Viernes 4º de Pascua (Jn 14, 1-6)

No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí.

Jesús ha dicho a los discípulos que se va, que uno de ellos le va a traicionar, que Pedro le va a negar. Están perplejos, asustados. Jesús trata de infundirles serenidad afianzándolos en la fe. Lo hace con insistencia. Poco después dirá: Os dejo la paz, mi paz os doy…; no se turbe vuestro corazón ni se acobarde (v. 27). Y más adelante: Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!; yo he vencido al mundo (16, 33).

Mirándonos a nosotros mismos y a nuestro alrededor, encontramos tantas razones para el desánimo y el pesimismo, pero mirando al Señor tenemos toda la razón para vivir en el gozo y la paz.

Cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros.

La vida del creyente es espera de la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo. Así exhortaba Pablo a la comunidad de Tesalónica: Seremos arrebatados en nubes por los aires, al encuentro del Señor, y así estaremos siempre con el Señor (1 Tes 4, 17).

Como las muchachas prudentes de la parábola, esperamos la llegada del Esposo alimentando la lámpara de la fe con el alimento sólido de la Palabra y del Pan eucarístico.

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.

Es verdad que no conocemos la meta. Pero nos fiamos de Él; Él es el camino. Y creemos, con Pablo, que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni mente humana concibió lo que Dios preparó para quienes lo aman (1 Cor 2, 9).

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