13/06/2025 San Antonio de Padua (Mt 5, 27-32)
- Angel Santesteban
- 12 jun
- 2 Min. de lectura
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tírale lejos de ti. Más te vale perder una parte de tu cuerpo que ser arrojado entero al infierno.
Si tu ojo derecho… Si tu mano derecha… Ojo es lo mismo que deseo; mano lo mismo que acción. Ceder al impulso del deseo es emprender un camino de muerte. La tendencia a poseer es el mayor enemigo de la libertad, propia o ajena.
Entendemos mal a Jesús si interpretamos estas palabras en su sentido literal. Entendemos bien si captamos la importancia que quiere dar a que nos mantengamos siempre atentos para no dejarnos sorprender por cualquier ocasión que se presenta de hacer daño a los demás. No deis ocasión al diablo, nos dice san Pablo (Ef 4, 26). Y san Pedro: Sed sobrios, vigilad, que vuestro adversario el diablo, como león rugiendo, da vueltas buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe (1 P 5, 8).
Con estas llamativas palabras Jesús nos está pidiendo un cumplimiento de la ley que va más allá de la normativa escrita. Nos está invitando encarecidamente a cuidar nuestras relaciones, a ser delicados con los prójimos, a no hacer daño a nadie…A vivir en clave de yo-para-los-demás, en lugar de los-demás-para-mí. Nos pide que el cumplimiento de la ley comience en lo más interior: en los deseos y en las motivaciones. La clave de todo está en la palabra AMOR: El amor es el cumplimiento cabal de la ley (Rm 13, 10).
Jesús pone sus ojos en la actitud interior más que en el cumplimiento externo de la ley. ¿Por qué? Porque esa es la manera de alcanzar la libertad interior que hace de la vida una vida de plenitud.
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