13/08/2025 Miércoles 19 (Mt 18, 15-20)
- Angel Santesteban
- 12 ago
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Si tu hermano te ofende, ve y amonéstalo, tú y él a solas.
Tú y él a solas. La buena convivencia es asunto delicado. Es indispensable entender y aceptar las deficiencias propias y ajenas. Son indispensables la comprensión y el perdón, porque no es fácil amonestar o corregir sin acusar, como no es fácil aceptar el ser amonestado o corregido. La caridad, la delicadeza para no herir al hermano, aprende a usar las palabras o silencios adecuados y tener paciencia para esperar los momentos más oportunos. Para esto es necesario tratar el asunto con el Señor en la oración a la luz de la Palabra de Dios.
Quien se mueve en el terreno de la fe, sabe bien que no siempre son necesarias las palabras. Hay ocasiones en que los gestos son más efectivos y eficaces. El más efectivo y eficaz es el de la oración hecha con fe. Oración desde el convencimiento de que el Señor llega al corazón del hermano mejor que yo. Oración desde la certeza de que una buena convivencia es un don que el Señor concede a quien se la pide. El perdón es el pan fundamental de la buena convivencia; el pan que hay que pedir cada día.
Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos.
La buena convivencia es lo primero que Jesús pide a los suyos. Es en la convivencia donde ponemos por obra su mandamiento del amor: En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros (Jn 13, 35).
El Papa Francisco nos pide: Hagamos un esfuerzo: nada de chismes. Es el amor de Jesús que acogió a publicanos y paganos, escandalizando a las personas rígidas de la época.
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