27/10/2025 Lunes 30 (Lc 13, 10-17)
- Angel Santesteban

- hace 12 horas
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Mujer, quedas libre de tu enfermedad.
Sucede en la sinagoga. ¡Y sucede en sábado! Allí había una mujer que llevaba dieciocho años padeciendo por un espíritu; andaba encorvada, sin poder enderezarse, incapaz de contemplar amplios horizontes, incapaz de mirar a nadie a los ojos. Vivía enroscada en sí misma. Simboliza bien una religiosidad legalista, devocional, egocéntrica, en la que tiene escasa presencia el Evangelio, fuerza divina de salvación para todo el que cree (Rm 1, 16).
El jefe de la sinagoga se escandaliza de que Jesús haga una curación en sábado. Es un hombre muy responsable, de mucha religión, pero con una religiosidad en la que la ley cuenta más que la persona. También él vive espiritualmente encorvado bajo el peso de la ley, incapaz de disfrutar de la vida. Ha hecho de Dios un instrumento de opresión para sí y para los demás.
Jesús podía haber aplazado unas horas la curación y a todos habría parecido bien. Pero, no: para Él, la persona está por encima de todo. Además, para Él todos los días son sábado; o domingo. Su venida inaugura el tiempo de la gracia y de la salvación. No solamente para el mañana; también para el hoy: Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10, 10).
A esta hija de Abrahán, a quien Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarle las ataduras en sábado?
Mirando a nuestro entorno veremos muchas personas encorvadas por diferentes motivos. Es tarea de quienes hemos sido enderezados por el Señor imponer sobre ellas las dos manos del espíritu: la de la fe y la de la oración. Y así, como la mujer del Evangelio, se enderezarán y darán gloria a Dios.
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