top of page
Buscar

13/11/2021 Sábado 32 (Lc 18, 1-8)

Había en una ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres.

Según la introducción del Evangelista, nosotros estamos representados por la viuda importuna; Dios, por el juez inicuo. No parece respetuoso. El Señor nos permite, prescindiendo de la introducción, cambiar los papeles de modo que la viuda importuna represente a Dios y nosotros nos veamos en el juez inicuo.

La viuda importuna representa al Señor que llama continuamente a nuestra puerta: Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenará con él y él conmigo (Apo 3, 20). El importuno es Él. Como el obstinado marido de la esposa infiel de Oseas: Cerraré su camino con espinos, la cercaré son seto y no encontrará más sus senderos; perseguirá a sus amantes y no los alcanzará (Os 2, 8-9).

Un poeta lo canta así: ¡Cuántas veces el Ángel me decía: - Alma, asómate ahora a la ventana, - verás con cuánto amor llamar porfía! - ¡Y cuántas, hermosura soberana: - Mañana le abriremos, respondía, - para lo mismo responder mañana!

Como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar a golpes conmigo.

Es el final feliz de nuestra infidelidad. No porque seamos mejores y nos lo hayamos merecido, sino por su insistencia. Hacemos justicia; comenzamos a ser misericordiosos con Él. Y, desde Él, con los prójimos.

Pero, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?

La insistencia del Señor es la garantía de que encontrará fe sobre la tierra. La encontrará en quienes no ha dejado de importunar. Él mandará su Espíritu en ayuda de nuestra flaqueza (Rm 8, 26-27).

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments

Couldn’t Load Comments
It looks like there was a technical problem. Try reconnecting or refreshing the page.
bottom of page