14/03/2022 Lunes 2º de Cuaresma (Lc 6, 36-38)
- Angel Santesteban
- 13 mar 2022
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Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo.
Ser compasivo es compadecer; es decir, sufrir con, compartir las penas de otros, olvidar afrentas, perdonar… ¿Cómo es compasivo nuestro Padre? La respuesta la encontramos en la contemplación y en la escucha de Jesús: en sus palabras, en sus gestos, en toda su persona. Como Él mismo detalla, para nosotros ser compasivos significa no juzgar ni condenar: No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados. Significa también perdonar siendo generosos, sin requisitos previos, porque: Perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará. Con la medida que midiereis se os medirá a vosotros.
No necesitamos hacer oposiciones para ser jueces. Parece que todos nacemos con el diploma de juez bajo el brazo. Quizá somos algo más cuidadosos con quienes tenemos cerca, pero no tenemos escrúpulo en mostramos inmisericordes con personajes menos cercanos; los de, por ejemplo, la política o la farándula.
Compasivos como nuestro Padre. La compasión, por ser un rostro del amor, es una necesidad vital. Para una mínima calidad de vida, necesitamos sabernos aceptados y queridos tal como somos; sin condiciones. Solamente entonces florecen por dentro la paz y la libertad. Somos lo que somos por misericordia de Dios. Esa misericordia que resplandece de manera especial en nuestras miserias; ellas son las tinajas en las que Dios la derrama.
Escribe el Papa Francisco: La justicia de Dios es la misericordia. Ella es concedida a todos como gracia en razón de la muerte y resurrección de Jesucristo. La cruz de Cristo, entonces, es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre el mundo, porque nos ofrece la certeza del amor y de la vida nueva.
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