top of page

14/04/2021 Miércoles 2º de Pascua (Jn 3, 16-21)

  • Foto del escritor: Angel Santesteban
    Angel Santesteban
  • 13 abr 2021
  • 2 Min. de lectura

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea en Él no perezca, sino tenga vida eterna.

Son palabras dirigidas a Nicodemo. Pero Nicodemo, después de su ¿cómo puede ser eso?, desaparece de la escena. Son palabras dirigidas a todos. Jesús se presenta como luz y salvación del mundo: No he venido a juzgar al mundo, sino a salvarlo (Jn 12, 47). En Él pone de manifiesto su inmenso amor al mundo. ¿Dónde queda la justicia? Justicia, hablando el idioma de Dios, es sinónimo de misericordia. Dios es justo porque misericordioso, y misericordioso porque justo.

Tanto amó Dios al mundo.

¿Por qué el Hijo de Dios se hizo hombre y murió en la cruz? Por amor. Así de rotundo. San Pablo lo proclama así: Según la riqueza de su gracia, derrochó en nosotros toda clase de sabiduría y prudencia, dándonos a conocer su secreto designio, establecido de antemano por decisión suya (Ef 1, 8).

San Juan lo pregona así: En esto se manifestó entre nosotros el amor de Dios; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de Él (1 Jn 4, 9).

Sin embargo, nos empeñamos en decir que la razón de la Encarnación y de la Redención es el pecado. Y dedicamos más espacio a la reparación y el desagravio, que a la alabanza y el agradecimiento. Vivimos la vida cristiana con rostros de tristeza más que de gozo. Conseguimos convertir a Dios en un juez que lleva detallada cuenta de nuestras transgresiones. ¡Pobre Dios! Hemos hecho de Él una caricatura que no se parece en nada al padre que recibe al pródigo sin pedirle cuentas de nada.

Tanto amó Dios al mundo. ¡Amen! ¡Aleluya!

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


© 2019 Carmelitas Descalzos de la Provincia de San Joaquín de Navarra

  • Facebook Black Round
bottom of page