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14/08/2021 San Maximiliano Kolbe (Mt 19, 13-15)

Entonces le llevaron unos niños para que pusiera las manos y orase; pero los discípulos les reñían.

Entonces; es decir, apenas concluida la grave discusión sobre el matrimonio y el divorcio. Entonces es cuando aparecen unas mamás que acercan sus niños a Jesús. A los discípulos, que siguen rumiando el tema, no les parece seria la interrupción; niños y mamás ocupan un lugar periférico en sus vidas. No así para Jesús:

Dejad a los niños y no les impidáis acercarse a mí, pues el reino de Dios pertenece a los que son como ellos.

En otra ocasión será Él quien llamará a un niño, le pondrá en medio del grupo, le estrechará entre sus brazos y les dirá: Os aseguro que si no os convertís y os hacéis como los niños, no entraréis en el reino de Dios (Mt 18, 3). Hacernos como los niños. La conversión más radical consiste en recibirlo todo como don gratuito de Dios con la mayor naturalidad; es decir, vivir como los niños cómodamente instalados en la gratuidad.

Si no acabamos de entender que, como a los niños, todo se nos da gratis, nos esforzaremos por hacer obras buenas. Y, como el resultado de nuestros esfuerzos dejará mucho que desear, viviremos en una tensión continua. En nuestra oración abundarán la petición, el perdón y el temor al infierno, y escasearán la confianza, la alabanza y el agradecimiento. Pero si, como los niños, vivimos en la gratuidad, ya disfrutamos del reino de Dios, y recorreremos el camino de la vida cantando la gloria de Dios. Seremos alabanza de su gloria (Isabel de la Trinidad), y cumpliremos la más importante de nuestras tareas, porque la gran obra de los hombres es alabar a Dios (San Agustín).

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