14/10/2025 Martes 28 (Lc 11, 37-41)
- Angel Santesteban
- hace 1 hora
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¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro?
Claro que hay que cuidar también lo de fuera: Brille igualmente vuestra luz ante los hombres, de modo que al ver vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre del cielo (Mt 5, 16). Pero Jesús se rebela ante religiosidades fariseas que cuidan fachadas y descuidan interiores.
Algo de lo mismo sucede hoy. ¡Somos tan exquisitos en higienes exteriores y tan descuidados en higienes interiores! Nos dejamos contaminar tan fácilmente con distintos virus de medios de comunicación o de redes sociales. Debemos imponernos unas normas elementales de higiene de la mente y del espíritu. Entendamos que nos movemos en un mundo mentalmente enfermo, con tantos hombres y mujeres que van por la vida perdidos, como ovejas sin pastor.
Para Jesús, la atención primera debe dirigirse a lo interior. Si absolutizamos lo exterior, desviaremos la atención de lo más importante: Dios y prójimos. El culto agradable a Dios, sin menospreciar las normas de convivencia, es el culto en espíritu y en verdad; culto siempre acompañado de alabanza y gratitud.
Una persona de talante fariseo se caracteriza por su legalismo y su egocentrismo. Puede tratarse muy bien de una persona que se cree cristiana, pero que está radicalmente incapacitada para vivir el mensaje de Jesús. Para tales personas la fe suele ser más una doctrina que una relación; más una ideología que una experiencia. Tales personas, dice el papa Francisco, buscan el camino de la uniformidad. Tratan a los demás como si no tuvieran capacidad de pensar, como si no tuvieran libertad. Es el pensamiento uniforme, inamovible.
Dad, más bien, lo interior en limosna y tendréis todo limpio.
Que lo de fuera brote de dentro. Si tengo vacío lo interior, nada podré dar.
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