17/12/2025 Miércoles 3º de Adviento (Mt 1, 1-17)
- Angel Santesteban

- hace 10 horas
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Genealogía de Jesucristo, del linaje de David, del linaje de Abrahán.
La genealogía de Jesús sorprende por su crudo realismo. No tiene nada de puritana, ni ha sufrido recortes de la censura. En ella desaparecen las barreras entre hombre y mujer, entre judío y gentil, entre pecador y santo… Aparecen una prostituta (Rahab), una adúltera (Betsabé), una pagana (Rut)…La genealogía de Jesús anuncia que Él ha venido para salvar a todos, a justos y a pecadores, a creyentes y no creyentes.
La Palabra de Dios, el Hijo de Dios, Jesús, se hace carne y entra a formar parte de nuestra historia humana. Todas las personas que aparecen en la genealogía tuvieron algo que ver en la venida de Jesús. Dios construye la salvación desde el barro que somos. Asume nuestro pasado sin desechar nada.
El Papa Francisco dice que la genealogía de Jesús no es una simple lista de nombres, sino historia viva, historia de un pueblo con el que Dios ha caminado y, al hacerse uno de nosotros, nos ha querido anunciar que por su sangre corre la historia de justos y pecadores, que nuestra salvación no es una salvación aséptica, de laboratorio, sino concreta, una salvación de vida que camina.
Falta una semana para la Navidad y la liturgia nos va preparando para adentrarnos en el asombroso misterio de la Encarnación: ¡Dios se hace hombre! ¡Qué fácil decirlo! ¡Qué grandioso asimilarlo! Difícil de explicarlo, sí, pero posible vivirlo.
Jesús, siendo de condición divina, no se aferró a su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, haciéndose uno de tantos (Flp 2, 6-7).
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