15/03/2022 Martes 2º de Cuaresma (Mt 23, 1-12)
- Angel Santesteban
- 14 mar 2022
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En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Lo que os digan, ponedlo por obra, pero no los imitéis, pues dicen y no hacen.
Estas palabras de Jesús afectan de manera especial a quienes tienen alguna autoridad en la Iglesia. Pero todos, clérigos y laicos, podemos escucharlas como dirigidas a nosotros, porque todos corremos el riesgo de apropiarnos del Evangelio y, por tanto, de adulterarlo. También hoy sufrimos la enfermedad del clericalismo, de la que suele hablar el Papa Francisco. Sufrimos de clericalismo los clérigos que adoptamos aires autoritarios y miramos por encima del hombre a los seglares. Sufrimos de clericalismo los seglares que nos instalamos como meros espectadores en la comunidad cristiana. Sufrimos de clericalismo cuando asociamos la autoridad más con el honor que con el servicio.
Un síntoma evidente de esta enfermedad eclesial es el gusto por las apariencias: filacterias ensanchadas y orlas alargadas. También los títulos ostentosos. Pero Jesús denuncia de manera inmisericorde los dos efectos más dañinos del clericalismo. El primero, el de la incoherencia: Dicen y no hacen. El segundo, la búsqueda de uno mismo: Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres.
Vosotros no os hagáis llamar maestros, pues uno solo es vuestro maestro, mientras todos vosotros sois hermanos.
Es como para avergonzarse el poco caso que hemos hecho y seguimos haciendo de estas palabras del Señor. Debemos intentar todos encontrar la manera de obedecer mejor. Debemos intentar todos crear unas relaciones más sencillas y fraternas. La desobediencia eclesial en este punto no justifica mi desobediencia personal. Nada de dejarme llevar por costumbres, por antiguas y venerables que sean.
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