15/03/2025 Sábado 1º de Cuaresma (Mt 5, 43-48)
- Angel Santesteban
- 14 mar
- 2 Min. de lectura
Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre del cielo que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos.
Nuestros enemigos son también quienes nos caen mal. La pertenencia al reino significa salir de la lógica humana de la proporcionalidad, para entrar en la lógica divina de la gratuidad. Todo discípulo de Jesús sabe que su documento de identidad es el del amor: En eso conocerán todos que sois mis discípulos, en que os améis unos a otros (Jn 13, 35). Pero, ¿cómo amar?: Como yo os he amado (Jn 15, 12). Él nos demostró su amor en que, siendo aún pecadores, murió por nosotros (Rm 5, 8).
Si nos dejamos seducir por Jesús seremos capaces de romper moldes y conseguir que el corazón se nos agrande hasta abarcar a todos, enemigos incluidos. Jesús nos empuja a ir más allá de las normas que rigen unas relaciones humanas sensatas. Nos pide oponernos a toda violencia contra todo prójimo. Nos pide un corazón grande como el del Padre: Sed perfectos, como vuestro Padre del cielo es perfecto.
Estamos siendo testigos de guerras e injusticias atroces. Pero entendamos que también nosotros somos capaces de matar. Lo hacemos, por ejemplo, rechazando a los inmigrantes, condenando al colectivo LGTBI, vapuleando a los políticos, denigrando a vecinos fastidiosos…
Jesús nos enseñó a orar así: Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Podríamos añadir por cuenta propia: Que perdonemos como tú perdonaste a asesinos, a adúlteros, a ladrones, a traidores, a cobardes… No nos engañemos con excusas razonables que justifican la oposición al perdón. El Evangelio concede poco espacio a la razón. Basta contemplar al Crucificado.
Comments